CHACO, ECUADOR – La presa Coca Codo Sinclair (CCS) en Ecuador ha sido elogiada, tanto a nivel local como internacional, por ser una gran hazaña de ingeniería. Pero de acuerdo con ciudadanos locales y expertos, este proyecto masivo también ha tenido un alto costo.
Hasta ahora, no ha cumplido con las expectativas económicas prometidas a los lugareños, ha ralentizado el flujo de la cascada más grande de Ecuador y ha impactado ecosistemas fluviales sensibles. Muchos se preguntan si los beneficios de este proyecto de energía limpia valen estos sacrificios.
“Es muy contradictorio,” dijo Eduardo Ashqui, un guía de aventuras en el pueblo de El Chaco, la ciudad más cercana a la represa CCS. “Mucha gente dice ‘Sí, apoyamos al país!’ Pero cuando ingresas en los detalles, es otra historia,” dijo.
La Coca Codo Sinclair, es la presa más grande del Ecuador. Se asienta en el río Coca entre las provincias de Napo y Sucumbios en el noreste de Ecuador, en la selva amazónica. Sólo 16km río abajo de la CCS esta la cascada más grande del país, las cascadas de San Rafael en el Parque Nacional Cayambe Coca. que ha sido, con mucho, una de las mayores preocupaciones de los opositores de la presa.
La represa comenzó a operar en noviembre de 2016, y después de sus primeros años en operación, los cambios en las cascadas de San Rafael han sido más pequeños de lo que muchos ecologistas pensaron que serían; pero muchos lugareños y ecologistas están de acuerdo en que ya no es lo mismo.
“Vi las caídas en octubre de 2016, y luego en noviembre de 2016, con una diferencia de una semana después de que [CCS] estuviera en funcionamiento … y ya se podía ver que hubo una reducción en el flujo,” dijo Víctor López Acevedo, un científico social ambiental con sede en Quito que ha estado estudiando CCS por mucho tiempo. “Indiscutiblemente ha sido uno de los impactos más grandes,” agregó.